Asistí a un curso de Ventas y Administración, que el arriba mencionado Profesor dictaba en el Hotel Crillón. Era yo un vendedor semi cesante con un sueldo miserable y no pude terminar el curso por falta de plata. Era para la olla o seguir el curso. Sin embargo recuerdo a Ernesto con mucho cariño: Era un personaje histriónico de personalidad avasallante. El único instructor excepcional de entre los muchos que conocí. Apliqué una de sus teorías con éxito en la pequeña empresa que tuve durante 18 años, la cual vendí estúpidamente a un sujeto estafador e inmoral. Eso sólo al margen. Su discurso:
¿Que es una empresa? Una empresa es una organización que ofrece bienes y/o servicios, sin perjudicar a NADIE que intervenga en ella. Solo la palabra NADIE requiere de una definición: NADIE son innumerables factores: empleados, clientes, proveedores, marca, inventario, maquinaria, servidores anexos, como transportistas, etc., e incluso el o los dueños. Todos ellos deben recibir sueldos dignos, horarios justos, servicio rápido, pago en los plazos convenidos, respeto por el prestigio de la marca, mantención adecuada, buen servicio, y un dueño que no tenga que trabajar 12/14 horas diarias. Si no se cumplen estas condiciones, la empresa pasa a ser una explotación, en el mal sentido de la palabra. Muy sencillo.Entonces Señores ¿cual es la finalidad última de la empresa? : El fiel cumplimiento de la anterior definición, o sea, ofrecer bienes y/o servicios sin perjudicar a NADIE que intervenga en ella. Era obvio que Ernesto se traía algo bajo el poncho, esperé junto a otro alumno. Pero los otros 13 alumnos saltaron, casi derribando las elegantes sillas del Crillón: ¡Y, Ernesto: ¿dónde queda la utilidad de la empresa?!¡Ahhh, Señores: esperaba esa, Vuestra reacción! La Utilidad no es NADA MÁS que el resultado I N E V I T A B L E del FIEL CUMPLIMIENTO de la anterior definición, o sea: ofrecer bienes y/o servicios sin perjudicar a NADIE que intervenga en ella. Apliqué esta sencilla enseñanza en mi pequeña empresa, obteniendo resultados sorprendentes. Empezaron a llegar, poco a poco, pedidos por teléfono. Decidí llevar una somera estadística del porcentaje de mis ventas que obedecían a llamadas telefónicas. Llegamos al 80 % de nuestra facturación, y esa cifra se mantuvo durante años. Es más, durante un mes de Enero, en que estaba agonizando mi pareja, después de 10 meses de un cáncer a la columna, no salí a visitar clientes ni un solo día. Aún así tuvimos una venta record.Me encuentro con Gustavo Calderón, Gerente de ventas de un gran Laboratorio, y me comenta que yo estoy muy, pero muy bien. ¿Como así? De acuerdo a una encuesta, ordenada por nuestra casa matriz en Alemania, el 80% de los clientes respondió la pregunta ¿quién es el proveedor más eficiente? nombrándote a ti. ¡Que gran satisfacción puedes sentir, aunque no te hayas llenado de billetes, cuando te dan esa información! Mi empresita se componía de tres personas: Rocío, secretaria multifacética, amable y querida por los clientes, $450.000.-, Cristian, Junior, un tanto bueno para el copete, $250.000.-, y Yo $800.000.- (todo líquido, menos lo mío).Todos devotos de las enseñanzas de Ernesto.Obviamente, LO MÍO ES EL SERVICIO. Sé que en ello supero a cualquier contendor. Ya sin pega, y con el síndrome del jubilado, pero en plena capacidad de trabajo, he buscado con ahínco alguna empresa que desee entregarme el SERVICO DE ALMACENAJE Y DESPACHO, hasta ahora sin resultados.Ernesto, mi guía, ya no está. Él me daría la solución.
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